«La inclusión, tan antigua y tan nueva… La Encarnación, camino para una catequesis inclusiva»
Nos encontramos en el mes de noviembre cerca de 90 catequistas de 22 diócesis de nuestro país.
Comenzamos nuestro encuentro poniéndonos a la escucha de la Palabra de Dios. Las palabras del libro del Éxodo, Cap. 3, 1-5 resonaron fuertemente y nuestros labios, oídos y ojos fueron bendecidos para disponernos para un tiempo de escucha, de mirar más allá, de compartir camino. Fuimos invitados a tener una mirada nueva, oídos atentos, corazón latiendo con Él y con los hermanos…
Luego hicimos memoria de los comienzos de la catequesis especial en nuestro país, 60 años atrás. La certeza de que la clara inquietud de unos padres de personas con discapacidad mental, para que sus hijos participaran de la Mesa como todos los otros hijos, y la disponibilidad de escucha e inquietud compartida del Obispo Miguel Raspanti, dio lugar al nacimiento de la catequesis especial.
Sabiendo con claridad qué pedían los corazones y qué mostraba Dios, se comenzó a caminar y llevamos 60 años agregando tablones a las mesas y pedazos al mantel, porque la ¡Mesa es para todos!
Hoy en día el mundo va descubriendo con fuerza las diferencias y abriendo miradas a los reclamos. Todos deben ser tenidos en cuenta y se van abriendo puertas al “todos”.
En la pastoral en general y la catequesis en particular también va fuertemente ‘pidiendo lugar’ esto y a las catequesis parroquiales se acercan todos los que se sienten convocados. Esto, tal vez sin pensarlo, ha provocado conmoción y desestabilización, porque surgen las preguntas: ¿Qué hacemos? ¿Cómo hacemos? ¿para qué?…. Hace 60 años providencialmente la mirada y el corazón puestos en la invitación a la Mesa de todos, permitió descubrir modos y caminos… Hoy estamos en otro tiempo providencial, pero con los factores invertidos. Hace 60 años la meta mostró el camino… hoy nos ponemos en camino juntos, pero sin plantearnos a fondo la meta y por eso mismo también se hacen confusos los ‘como’, los modos…
De todo el material elaborado durante las Jornadas, hemos elegido compartirles las siguientes conclusiones:
Nosotros deberíamos preguntarnos, para ser fieles a una catequesis con todos y con cada uno, ¿qué debemos dejar de lado, romper, cambiar? Esta fue la propuesta para un nuevo trabajo de búsqueda en los grupos de reflexión.
Luego en una puesta en común los diferentes grupos refirieron a cosas o actitudes que hay que dejar de lado y otras que hay que acentuar…
En otro trabajo en grupo, surgió lo siguiente:
- La catequesis es para TODOS porque la Mesa es para TODOS
- La Encarnación es el modelo de inclusión. Jesús habita en mí y yo en El, nos incluye amorosamente en su vida. Abrazó nuestra humanidad débil y frágil.
- Desaprender lo aprendido rompiendo estructuras, modos, tiempos… salir al encuentro abriendo puertas y corazones.
- Somos uno en comunión con Dios y somos nosotros con el otro. Es Dios el que sopla en nosotros para los otros.
- Animarnos a incluir a todos con la vida como viene
- Somos el eco de la Palabra de Dios, somos catequistas para todos.
- Ser audaces desde el Evangelio y no con prejuicios y actitudes personales
- Buscar la singularidad de cada uno, llamar por su nombre
- La categoría de Dios es nosotros. La inclusión es desde siempre en el corazón de Dios.
- La inclusión es lo que hagamos de ella. Es un modo de vivir la comunión. Sabernos sueño de Dios la posibilita.
- La fe no es un conjunto de ideas que debemos entender, sino una experiencia que surge de 19 encontrarnos con Dios y los demás. La catequesis debe ser kerigmática, busca el encuentro con Cristo y los demás. Como catequistas estamos llamados a impulsar una catequesis de la esperanza y la alegría.
- Si Dios se dice de muchas maneras, en nuestra experiencia de catequistas, utilicemos diversidad de lenguajes y modos, partamos de la escucha, porque es el modo de incluir al otro. Necesitamos conocer los diferentes dialectos para inventar un nuevo alfabeto a completar con el otro.
- En el corazón de Dios somos iguales y uno con El, pero cada uno es un quien, único e irrepetible y es en el otro donde encontramos nuestra totalidad. Si nos abrimos al Espíritu somos capaces de dejar de lado los miedos, lo pre establecido y lanzarnos al dialecto de la cercanía y del encuentro.